La semana política que empieza. O Feijóo o… ¡oh!

Fernando Jaúregui

Autor: Fernando Jáuregui
Foto: Europa Press
Lugar y fecha: Alicante, 27 de febrero de 2022
Tiempo de lectura: 4 minutos

Hoy debo decir algunas cosas que llevo en el alma sobre Alberto Núñez Feijóo. Reconozco que angustia sentarse ante el ordenador para escribir sobre las batallitas del Partido Popular, pongamos por caso, cuando las fotografías de cadáveres en la nieve de Ucrania empiezan a copar las portadas.

Claro que la verdadera angustia es que andemos siempre tan preocupados por lo doméstico que no tenemos ni el tiempo ni la dedicación mental suficientes como para hacernos una idea de lo mucho que una guerra, ocurra donde ocurra, y más si está desatada por el diablo que impera en Rusia, va a afectar a nuestras vidas.

Pero el escribidor ha de centrarse en lo que sabe, y abstenerse de abundar en materias que, por ejemplo Ucrania, otros dominan mucho mejor que uno. Así que voy, decía, con Feijóo. Y, de entrada, le voy a decir algo que quizá ya ni le sorprenda: el presidente de la Xunta y del PP gallego bien podría, por muchas razones, tener un carnet del PSOE. Y eso, ¡oh, Feijóo! me produce, la verdad, cierta esperanza en que muchos errores no se van a repetir.

Hace solo unos meses, Casado aclamado en la plaza de toros de Valencia. Foto: Europa Press

Conozco a Alberto Núñez Feijóo desde hace muchos años. Va ser el rostro (nacional) más fotografiado y reproducido esta semana, en la que seguramente acabará anunciando, pese a sus ‘tempos galegos’, que acepta lo que es indudablemente un sacrificio para él: pilotar, con serenidad, sin alharacas y sin personalismos, los nuevos tiempos del PP, la probable refundación del partido, que buena falta le hace.

Creí, y creo, que Feijóo iba a dar el paso hace cuatro años, cuando la moción de censura de Pedro Sánchez contra Rajoy desconcertó a un PP que hubo de lanzarse a elecciones primarias, Casado versus Soraya Sáenz de Santamaría, con el resultado final que hemos conocido y toda una generación ‘popular’ machacada. Ignoro qué hizo cambiar de opinión, entre lágrimas, al presidente de la Xunta, pero no abono ninguna de las rumorologías, me parece que bastante desinformadas, al uso.

Pienso que se trata de un personaje honrado, moderado y no afecto a los convencionalismos morales y estéticos tradicionales en la derecha. Por eso no le gustan ni Vox ni los extremismos, prefiere el diálogo a los gritos y le horroriza esa ‘política testicular’ de ‘aquí se hace esto por mis santos…’ que tanto daño nos ha producido a tantos durante tanto tiempo.

Supongo que en la Junta Directiva Nacional del PP que se reúne este martes nadie alzará una sola voz contra Núñez Feijóo, que es acaso, oh Feijóo, la única esperanza que le queda al principal partido de la oposición para una pronta curación de sus varias enfermedades. Desde luego, no será el caballeroso Pablo Casado quien levante obstáculos. Ni, espero, la ‘lideresa’ Isabel Díaz Ayuso, a quien creo cuando dice que no aspira al liderazgo nacional.

El presidente de la Xunta y del PP gallego bien podría, por muchas razones, tener un carnet del PSOE.

Fernando Jaúregui

Y sospecho que, en el indudable sacrificio que supone ‘venir a Madrid’ en estas circunstancias, sería buena señal que alguien como Esteban González Pons, otro intercambiable con los más moderados del PSOE, hiciese las maletas en Bruselas y acompañase al gallego a la sede maldita de Génova; ya sé que no con demasiadas ganas, pero la política es así: o Feijóo o… ¿O qué? ¿El caos? Y ¿a quién aprovecha el caos? ¿A Pedro Sánchez, al Gobierno, a Vox? Demasiado simplista sería afirmarlo así, sin más.

Creo que en los cuarteles socialistas, donde se contempla el desastre en el PP con un inesperado respeto –todavía no han lanzado a Adriana Lastra a morder, lo que es una buena señal–, también saben que una solución positiva al conflicto en el núcleo de la oposición sería algo bueno para todos, para el país y para su correcta gobernación: creo que entre las obligaciones de un estadista se hallaría ahora la de ayudar a la reconstrucción del edificio ‘pepero’.

Puede que este fin de semana se hayan producido llamadas telefónicas que nos sorprenderían, cuentan. Esperemos, ¡oh, Feijóo!, que no lo estropeen (más) todo entre los unos y los otros, porque una crisis de esta envergadura siempre genera oportunidades de gran alcance y no conviene desperdiciarlas, que sería lo peor que pudiésemos acabar haciendo: desperdiciarlas.